25/3/10

Cosas que sí ofenden (en particular a la inteligencia) II

Hasta la fecha he procurado que cuanto escribo en este blog sea fruto del razonamiento ante cuestiones de la actualidad de nuestro país que considero merecedoras de especial atención. Siempre que me ha sido posible he aportado documentación para, partiendo de la misma, abrir una línea de argumentación sólida que permitiera al lector adentrarse en algunos aspectos del ideario de Unión Progreso y Democracia. Recalco lo de “algunos aspectos”, pues entiendo que mi modesta aportación es sólo una gota más dentro del mar de excelentes bloggers de la órbita de este partido.

De mi paso por el bachillerato recuerdo, y sigo aplicando, lo que profesores de literatura, historia, economía y filosofía nos recomendaban ejercitar a la hora de analizar un tema, un texto o una cuestión: tesis, antítesis y síntesis. También afirmaban que no era la manera más creativa de abordar los problemas, pero, en caso de duda, sí la más efectiva, pues dicha estructura nos evitaría perdernos en el laberinto de los razonamientos fantasiosos.

En esta segunda entrega de las Cosas que sí ofenden (en particular a la inteligencia), mi intención primera era la de seguir en la línea que acabo de comentar y que creo haberme marcado desde la creación de este blog – salvo la excepción del texto que escribí con motivo de la campaña de las elecciones generales de 2008 y que rescaté un año más tarde -. Si en las líneas que siguen me distancio de dicha disciplina, pido disculpas anticipadas, aunque sí reivindico como legítima la licencia de convertir esta mini serie en las Cosas que sí ofenden (en particular a la inteligencia y más si cabe al corazón).

El martes pasado apareció la sede de UPyD en Palma con pintadas en el espejo del portal y en el rótulo exterior del edificio. Los cachorros de la intransigencia habían cometido el valiente acto de atacar cuanto representan para mucha gente – como mínimo 300.000 y subiendo - las ideas de nuestro partido, cuya principal, recordemos, es la de la necesaria regeneración democrática para nuestro país. Quienes entienden que la libre expresión de ideas contrarias a sus postulados extremistas es una amenaza para sus oscuros objetivos, se permiten la licencia de tacharnos de nazis. No ha sido esta la primera vez, ni será desgraciadamente la última que intenten acallar los argumentos con adjetivaciones o, peor aún, con amenazas. El mensaje que nos envían es alto y claro: hemos aprendido de memoria la lección – seguramente la única que sean capaces de retener sus poco y mal amuebladas cabezas -. ¿De qué lección se trata? De la misma que nos recordó Pablo Molina en Libertad Digital en su artículo Orígenes del pensamiento progre - El secuestro de la sociedad civil: Herbert Marcuse: “el Comité Central del PCUS […] ya en 1943 instruía a sus cuadros con la siguiente consigna: «Nuestros camaradas y los miembros de las organizaciones amigas deben continuamente avergonzar, desacreditar y degradar a nuestros críticos. Cuando los obstruccionistas se vuelvan demasiado irritantes hay que etiquetarlos como fascistas o nazis. Esta asociación de ideas, después de las suficientes repeticiones, acabará siendo una realidad en la conciencia de la gente».

Llegados a este punto siento la necesidad de exclamar un basta ya. Basta ya de consentir que se nos insulte, acalle, menosprecie y amedrente sin responder con las únicas armas que tenemos y queremos tener: la inteligencia de la palabra y el amparo de la ley. No debemos permitir que tales adjetivaciones y agresiones se conviertan en pan cotidiano hasta ser aceptadas por propios y extraños como normales, o incluso naturales, porque entonces el mensaje de los violentos acabará calando en el conjunto de la sociedad. ¿Cuántas veces más aceptaremos que nos tachen de fascistas los enemigos de la democracia y de la libertad sin reaccionar? ¿Quién de nosotros no ha tenido que escuchar en más de una ocasión y dicho por personas cercanas y a veces queridas “te has metido en un partido de fachas”?

La primera vez que tuve que aguantar este tipo de invectiva, el emisor del mensaje era mi mejor amigo. Supe, desde la tranquilidad, reaccionar y argumentarle mi punto de vista y mis ideas. Acto seguido se disculpó y reconoció que simplemente se había expresado motivado por lo que se suele escuchar a propósito de UPyD y que en realidad poco o nada conocía de nuestro ideario de primera mano.

La segunda vez fue en Santiago de Compostela, con motivo de las elecciones autonómicas de 2009. Una compañera y yo acabábamos de aterrizar, de dejar nuestras maletas en un pequeño hotel – dicho sea de paso, para conocimiento de profesionales de la desinformación como el señor Miquel Payeras que afirman que recibimos dinero de diestro y siniestro, todo costeado por nosotros mismos -, de recibir de manos de un compañero gallego varios paquetes de “La alternativa”, que ya nos encontrábamos en pleno centro distribuyendo, a cuantos paseantes amablemente lo aceptaban, nuestro diario de campaña. Quienes me conocen saben que suelo ser educado y guardar las formas de lo que antiguamente se llamaba urbanidad. Si bien esta tarea no era para mí la acción más grata que debía desarrollar como militante, procuré desplegar toda la simpatía y empatía que llevo dentro (y es mucha). Entonces, pasadas casi dos horas de labor propagandística, un hombre me espetó con un “no quiero nada de fascistas”. En esta ocasión me quedé casi sin palabras, dolido más por mi falta de ingenio a la hora de contestarle que por la vulgar estocada que el hombre en cuestión quiso asestarme.

Lo lamentable de este estado de cosas es que no estamos hablando sólo de extremistas obcecados por treinta años de retórica nacionalista. La otra retórica, la de los biempensantes progres, también alimenta y alienta el odio hacia cuanto se sale del guión que ellos mismos escriben con la misma mano de la que se sirven para hacer el gesto de la ceja con su dedo índice curvado (la otra, escondida tras la espalda, se la reservan para recibir subvenciones). No hace mucho leí, gracias al estupendo trabajo que realiza nuestra compañera Estrella de combate, las elucubraciones de otro blogger. El muchacho en cuestión, supongo que animado por el ejemplo de los del clan de la ceja y tras mostrarse ofendido por la osadía de Rosa Díez al pretender impartir una conferencia en la UAB y defender a los violentos que intentaron impedírselo, afirmaba sin complejos ni ambages lo siguiente: "Llevo desde los 14 años vinculado al Partido Socialista, credencial creo más que suficiente para considerarme demócrata de los pies a la cabeza." Uno más que se retrata - cosa que lamentablemente los progres suelen hacer a menudo al considerarse ellos mismos y solitos por encima del bien y del mal - como si la pertenencia a un partido, el ser de izquierdas o de derechas o el defender unos colores u otros fueran patentes de espíritu y modales demócratas. El simple hecho de creerse con autoridad moral o representatividad alguna para conceder certificados de demócrata o de enemigo público número uno sitúa al sujeto del otro lado de la legitimidad democrática. La democracia no es una esencia. La democracia es división de poderes, representatividad, igualdad de derechos y deberes, imperio de la ley, respeto hacia las ideas que no compartimos, participación ciudadana… La democracia se practica día a día y, desde luego, no instalándose uno en lo alto de una colina, desde allí contemplar el rebaño y señalar cuáles son las ovejas descarriadas y cuáles las dignas de aprobación divina. ¡Qué lejos están los cachorros del PSOE de practicar el laicismo! Podría ser que tanto los de las pintadas, como los agresores de la UAB o los inofensivos del clan de la ceja quisieran vernos llevar algún distintivo inconfundible en el pecho. ¿Para cuándo?

Invito a cuantos pudieran albergar alguna duda acerca de nuestro discurso o de nuestro ideario que visiten la web del partido, upyd.es, o que vean y escuchen la conferencia La alternativa necesaria que Rosa Díez impartió hace dos semanas en Palma, la misma que unos cuantos violentos quisieron impedir que llegase a ser escuchada por cuantos se habían acercado con este propósito a la Universidad Autónoma de Barcelona una semana antes. Si una vez realizada esta aproximación alguien ve en UPyD indicios de discurso pseudo o filo-fascista, me comprometo a leer y contestar cuantas argumentaciones sensatas, objetivas y firmadas tengan a bien añadir como comentario a esta entrada.

Paciente lector que has llegado hasta este punto de mi exposición, confirmo y prometo volver a ser reflexivo y racional en la próxima entrega de las Cosas que sí ofenden… Gracias por tu atención.

Kiko

8/3/10

Cosas que sí ofenden (en particular a la inteligencia) I

En el país de los miembros y las miembras saltan a la primera plana de la actualidad noticias sacadas de contexto o distorsionadas, mientras otras quedan silenciadas o resumidas de tal manera que acaban sobrevolando las mismas dejando de lado aspectos más trascendentales. Un buen ejemplo de ello es cuanto hemos podido ver en telediarios y leer en prensa este pasado fin de semana acerca de la conferencia de Rosa Díez, el viernes, en la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Autónoma de Barcelona. Las imágenes de los telediarios mostraron a jóvenes en actitud de protesta y los titulares de los diferentes medios hicieron sobre todo mención al boicot que finalmente no fue tal, pues Rosa pudo dar su conferencia en otra sala. En definitiva, uno puede llegar a pensar que un grupo de chavales, algo alborotados, mostraron su contrariedad por la presencia de Rosa en “su” universidad e hicieron cuanto pudieron para complicarle su paso por la misma.

Gracias a Internet, a You Tube en particular, y sobre todo gracias a la pericia y sangre fría de un cámara que consiguió grabar cuanto sucedió en dicha universidad, quienes no nos conformamos con la versión contada, con más o menos fortuna, por los diferentes medios de este país, hemos podido ver que no se trató de un simple boicot - hecho ya de por sí grave en una democracia, máxime cuando se trata de una diputada nacional que va a hablar en un espacio de transmisión del conocimiento y de debate abierto, como se supone que es una universidad – sino de un acto violento de censura ejercido por un grupo de personas no representativas de voluntad popular o estudiantil alguna, pero eso sí, organizados y equipados con cuanto material acostumbran a exhibir los independentistas, sumándole lo último en diversión malsana de la que hacen gala los adolescentes con mentes más retorcidas: teléfonos móviles para grabar y difundir sus hazañas. Así pues tenemos energúmenos violentos – quitémosles el apelativo de radicales, que poco tienen que ver con el movimiento radical – sin representatividad alguna, pero representativos del cáncer que suponen para Cataluña treinta años de nacionalismo forzoso, actores y a la vez divulgadores del atropello que cometen contra conferenciantes, llámense Rosa Díez, Juan José Ibarretxe, José María Aznar o quien sea, contra la institución universitaria en general y contra quienes, en pleno ejercicio de su libertad, deciden escuchar una conferencia y participar con sus preguntas en ella.

Animo a cuantos estén interesados en saber más acerca de lo ocurrido el viernes en Bellaterra, lean la crónica de Carlos Martínez Gorriarán.

En uno de los vídeos resulta curioso escuchar a una joven afirmar que Rosa ha insultado a Cataluña y que por este motivo tienen órdenes de no dejarla hablar. Volvemos al debate reduccionista y truncado de victimismo de siempre: o se está con el pensamiento único o se insultan y agreden territorios. ¿No es esto último lo que más ríos de tinta provocó la semana pasada? “Rosa Díez insulta a los gallegos”. Como bien recogió Carlos Martínez Gorriarán en un artículo, la búsqueda en Google de “Rosa Díez+Galicia+Zapatero” daba 132.000 resultados y la de “Roberto Blanco Valdés”+bomba” 6.930. Afortunadas o no, las palabras de Rosa Díez recorren todo el arco del mundo mediático y político, llegando incluso todo un Presidente de la Xunta a hacer declaraciones al respecto y toda una Diputación de Pontevedra a condenar a Rosa. Curiosamente, esta misma diputación no condenó el bombazo contra la casa de Roberto Blanco Valdés. Ésta sí fue una agresión real contra todo el pueblo gallego. Suponemos que tampoco condenarán los actos bárbaros del viernes en la UAB porque, claro, ya lo adelantó el diario Público en su edición digital: “La Autónoma de Barcelona le canta las cuarenta a Rosa Díez”.

Es la España político-mediática de la doble vara de medir, de la equidistancia… El respetar las reglas de la democracia no da réditos; el amedrentamiento, la violencia, la ley del todo vale mientras me beneficie, sí. Carguemos sus bidones de gasolina, en el sentido figurado, pero también en el práctico, con subvenciones y ayudas múltiples, que ya se encargarán ellos de prender la mecha. ¿No les recuerda ningún triste episodio de la historia reciente de Europa?

Para terminar con esta primera parte de las Cosas que sí ofenden,
me quedo con una frase de un tal Alatriste, la cual recojo de un blog:

“Antes de impedir las corridas de toros en las plazas, deberían impedir los cabestros en las universidades”.

Kiko