3/2/10

Lo que realmente preocupa a los ciudadanos de Cataluña: las veguerías

Muchos son, por no decir la gran mayoría, quienes hasta ayer a la hora del telediario nunca habían oído hablar de veguerías. Supongo por lo tanto que los más curiosos entre ellos habrán consultado el Diccionario de la Real Academia Española para encontrar la siguiente definición:

veguería.

1. f. Territorio o distrito a que se extendía la jurisdicción del veguer.

Bien. ¿Y veguer entonces?

veguer.

(Del lat. vicarĭus, lugarteniente).

1. m. Magistrado que en Aragón, Cataluña y Mallorca ejercía, con poca diferencia, la misma jurisdicción que el corregidor en Castilla.

2. m. En Andorra, cada uno de los dos delegados de las soberanías protectoras.


Aclarado el punto de la definición, en aras de profundizar en el análisis de esta nueva iniciativa legislativa de la Generalidad de Cataluña, al observador de la vida política de nuestro país no le quedará otra más que recurrir a enciclopedias y libros de historia para intentar comprender las motivaciones de tal propuesta de ley.

El concepto administrativo de veguería surge durante la Alta Edad Media como alternativa a los Condados y las Mandaciones dentro de los territorios de la Corona de Aragón. Desde el siglo XII y hasta el siglo XVIII los veguers eran funcionarios que asumían las responsabilidades judiciales y de representación de la Corona (Reino de Aragón, Condado de Barcelona, Principado de Gerona, etc.). También en el siglo XII, El Reino de Castilla y Navarra creó una demarcación administrativa equivalente a la veguería: la merindad o el corregimiento

Luego de la Guerra de Sucesión, Felipe V, Decreto de Nueva Planta (1716) mediante, sustituyó las veguerías por doce corregimientos. Casi un siglo más tarde, durante la ocupación francesa (1808 – 1814), Cataluña fue dividida en cuatro departamentos y, ya en 1833, tuvo lugar la división de España en provincias.

Con la II República, en 1936 la Generalidad dividió Cataluña en treinta y ocho comarcas y nueve regiones. Un año más tarde, debido a las presiones de Antoni Rovira i Virgili, Lluís Companys, Presidente de la Generalidad, cambió el nombre de regiones por el de veguerías, tal y como figuraba en el proyecto inicial que databa de 1933. Con el final de la Guerra Civil, el franquismo eliminó toda división territorial ajena a la provincia.

La actual propuesta de la Generalidad contempla la división del territorio que administra en siete veguerías (Barcelona, Gerona, Cataluña Central, Alto Pirineo y Arán, Lérida, Campo de Tarragona y Tierras del Ebro) que a su vez se dividen en cuarenta y una comarcas. De seguir adelante, nuestros vecinos de Cataluña dispondrán, vaya suerte, de ocho administraciones distintas a las que dirigirse a la hora de rendir cuentas o de buscar una solución a sus problemas:

• Distritos Municipales en las grandes urbes
• Ayuntamientos
• Consejos Comarcales
• Veguers
• Diputaciones Provinciales
• Gobierno Autonómico
• Delegaciones Provinciales de Gobierno
• Gobierno Central

¿Solucionará esta nueva administración y división territorial los problemas de los ciudadanos? ¿Responde tal vez esta iniciativa a una demanda popular generalizada que reclamaría un retorno a las formas de organización propias de la Edad Media, aplicando en el siglo XXI criterios del siglo XII? (Esperemos que no pretendan restaurar las veguerías con todo aquello que representaban y suponían para los catalanes, aragoneses y mallorquines de la época).

Entendemos que cuanto más cercana al ciudadano es una administración, mayores beneficios en términos de operatividad aporta, pero en este sentido creemos que mejoraría la atención al ciudadano dotando a los ayuntamientos de las herramientas necesarias a este fin - competencias más presupuesto – en lugar de incrementar el laberinto institucional, con sus respectivos costes, hasta cotas que rozan el ridículo.

No es de extrañar que, aun figurando en el artículo 83 del Estatuto de Autonomía de 2006, la inquietud por dividir territorialmente la Comunidad Autónoma de Cataluña en veguerías provenga de ERC. Ya anunció hace unos años el señor Josep Lluís Carod Rovira su intención de lograr la desconexión de Cataluña respecto del Estado Español en 2014. Es lógico por tanto desconfiar de las buenas intenciones con las que revisten la iniciativa, a saber el acercamiento de la administración a los ciudadanos que hemos comentado anteriormente, y pensar que en realidad se trata de ir desmantelando cualquier institución vertebradora de la unidad de España o, dicho menos elegantemente, todo lo que recuerde a España. El fin, la independencia, justifica que se vayan borrando del vocabulario todos aquellos términos que hacen referencia a dicha unidad.

Mucho nos tememos que esta nueva división ni responde a una demanda popular ni tampoco simplificará las gestiones de los ciudadanos, más bien lo contrario.

De todos es sabido que en facebook proliferan miles y miles de causas, clubes de fans y demás que en pocos días, sino horas, consiguen otros tantos miles y miles de seguidores. Existe en esta red social una causa bautizada “A Catalunya volem vegueries i no províncies” con… 473 miembros. Todo un récord para una iniciativa tan popular. Como preámbulo afirman lo siguiente:

"Catalunya ha de tenir una divisió territorial basada en la vegueria i no en la província, d'arrel espanyola i imposada des de Madrid. Les vegueries constitueixen una administració catalana que va ser abolida amb el desgraciat i de mal recordar Decret de Nova Planta. La seva reinstauració permetrà una nova manera de viure al país, amb una administració més propera a la terra i totalment diferenciada de l'espanyolíssima província, que tan mals ens ha fet."

Sobran los comentarios. (A una de mis primeras entradas en este blog tendré que añadir un nuevo mal: la provincia. Por fin entiendo la profundidad de los problemas que asolan a mi tierra de nacimiento).

Nuestros gobernantes y oposición son los responsables de tanta inmadurez. A cual más, a cual todavía más si puede, llevan treinta años deshojando la margarita de las mitologías ibéricas forzando a los ciudadanos a abrazar identidades rescatadas del momento de la historia que mejor les conviene, en lugar de trabajar por crear una democracia de calidad y cercana al pueblo. Lo importante para el político comprometido con el desarrollo personal, familiar y profesional de sus administrados ¿no debería ser trabajar por conseguir un sistema de educación que no nos relegue en esta materia a un puesto compartido con Trinidad y Tobago, sino que nos llevase a la cabeza de los países de la OCDE, velar por disponer de una sanidad pública eficaz, incidir en algo tan primordial como la seguridad jurídica y la división efectiva de poderes y contribuir a la creación de un mercado laboral avanzado?

Donde no lo había, tenemos un nuevo problema. ¿Cómo desarrollar la “veguerización”? El Penedés reclama una veguería propia, el Valle de Arán y la Cerdaña quieren pertenecer a otra, Igualada, Manresa y Vic se diputan la capitalidad de la suya, al igual que Puigcerdá, La Seu y Sort y Reus quiere conseguir la co-capitalidad junto con Tarragona.

¿Dónde pondrán los adeptos del discurso identitario el límite de la territorialidad? ¿Y el de la soberanía? ¿Habrá quien proponga volver a la organización propia de los reinos de taifas? ¿Le rendiremos cuentas a un señor feudal que a su vez le deberá obediencia a un vasallo de otro vasallo, etc?

Quede claro que no apoyo aquí la idoneidad de mantener las diputaciones o los consejos insulares en una España a la cual le sobran administraciones públicas. Más bien me inclino, como defendemos en UPyD, por simplificar la organización del Estado. Pero este es un tema para otra entrada.

10 comentarios:

  1. Pues, para combatir la insensatez con más insensatez, hay quien ya se está movilizando... Molt bé, Kiko.

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  2. Era de esperar Juan Luis. Al final tendré que darle la razón a mi abuelo cuando afirmaba "Sineu independent". Y yo añadiré ¿para cuándo la independencia de Son Dameto, pues nada tenemos que ver con Son Banya, por ejemplo? Y como barcelonés de origen nacido en Sarriá: que vuelva este barrio a ser municipio como en la época de mi abuela.

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  3. Muy buen artículo. Te has olvidado de la Unión Europea, que también hay que mantenerla.

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  4. Gracias por tu comentario, Alberto. Tienes razón. De hecho la había añadido en una primera redacción, pero, por lo general, el ciudadano de a pie poco tiene que tratar con las administraciones europeas, aunque no por ello debamos olvidar cuánto inciden las normativas que emanan del Parlamento Europeo en nuestras vidas.

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  5. Hola Kiko.
    Interesante artículo de opinión.
    Vamos hacia una desfragmentación del Estado.
    Saludos.
    David Díez.

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  6. Y no olvidemos la nueva Área Metropolitana de Barcelona, que se formará tras las municipales de mayo del 2011 y contará con mas de 30 municipios. Tendrá competencias en urbanismo, transporte, medio ambiente y promoción económica exterior.

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  7. También había añadido el Área Metropolitana de Barcelona en la primera redacción, pero al no afectar al conjunto de los ciudadanos de Cataluña, obvié esta otra administración. De todos modos, gracias por recordarlo.

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  8. Y que Sineu vuelva a ser capital, por supuesto, que ya lo fue.

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  9. Iba diciendo que la colectividad es un concepto más amplio que la suma de las voluntades individuales. Hay tierra, hay solidaridad, hay causa de la urbe y causa de la desertización, hay plusvalías,hay motivos históricos,hay desarrollos armónicos y salvajes..Si no fuera así ¿ qué son los localismos? ¿Qué son los nacionalismos?..Puro nazismo..pero no lo es.Debe haber una proporción con los hombres, con la tierra y con las señas de colectividad. Por eso debe haber proporción entre Barcelona y su área y el resto del territorio.Que CIU tiene su base de razón, sin duda, y que los capitalinos la tienen también, siempre que la proporción no sea mayor del 33%,es un valor equilibrado. Por eso UPYD debe matizar el concepto pues si todo lo sustenta en el ciudadano y no en la colectividad, en el próximo congreso habría que matizarlo.¿no os parece?

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  10. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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